Pero el no está y la casa es más larga y más fría. Las habitaciones tienen muebles invisibles y ya no se puede dormir. Porque el sentido de la casa, de la vida, del sol, de la luna se ha marchado.
Porque él se fue, porque colgó su boina en el perchero, dejó la garrota a un lado y la carretilla aparcada. Porque el mundo ya no tiene luz, no tiene alegría, no tiene sentido...
Su presencia tímida se esfumó y su ausencia se ha convertido en la mayor presencia.
Porque mi corazón, mi casa, está vacío y frío. Y no le encuentro, ¿a dónde se marchó?, ¿por qué lo tuvo que hacer?, ¿a dónde fue? No lo se. Pero si estuviera quiero que él sepa que por muy fría que me haya dejado su ausencia, su recuerdo me alienta en todo y a todo. Que le extraño. Que algún día iremos juntos ha habitar una nueva casa.
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