no espero ni desespero a la dulce muerte,
me alimento del olor de tu rosa,
esa rosa negra que calló sin suerte.
La alegría espesa del viento,
que se desvanece entre entre la lluvia,
y sucumben a mi destino violento,
incierto como tal y dudoso entre la indulgente alegría.
No me busques si no me encuentras,
pues habré escapado de tu peligrosa rosa,
que aún en mis pensamientos reside silenciosa.
No quieras hallar lógica a mis asuntos,
pues te dejé por el miedo a mi incoherencia,
al sentir no vernos juntos,
al saber que sufriría siempre por tu vaga ausencia.
-M
By: Albert Bierstadt |
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